lunes, 20 de julio de 2015

Diario de una Dama Austeniana

¡Hola! ¿Cómo va la vida? No quiero que suenen vacías estas palabras de tanto repetirlas, pero... espero se encuentren bien. 

En esta latitud el frío ha comenzado a ganar terreno y es que confieso: el otoño pasó imperceptible y el saltarse una estación, por lo menos en cuanto a temperatura se refiere, no aporta nada en lo psicológico. Así que podrán imaginar mi sufrimiento de quejumbrosa y amante de los días soleados y demás. 

Acabando con el cotilleo, les dejo una anotación del diario que se está publicando en el blog.

Saludos, y recuerden que a pesar de todo; frío incluido... ¡Hoy, puede ser un gran día!   



Jueves, 31 de julio

Tratar con Anne es una tarea que requerirá de tiempo, algo con lo que no tengo idea si podré contar. Es una mujer complicada como su madre, aunque con mejor corazón. Esta mañana, al regresar del paseo que es costumbre dar después del desayuno, observó que el frío me tenía inquieta; desde niña guardo la manía de dar vueltas de un lado a otro para entrar en calor, y sin importar los apuros que ha ocasionado en mi vida, por lo general, cedo a ella. Así, luego de un sonido extraño que produjo al golpear su zapato contra el piso a modo de protesta, comenzó a dar órdenes; lo primero que hizo fue pedir té en contra de la opinión de Mrs. Norris, puesto que era una hora totalmente inapropiada, según comentó la criada; cubrió mi espalda entregándome el chal que llevaba y, me llamó Kitty (diminutivo de mi nombre que hasta hoy solamente ha utilizado Isabel).


La asertividad, es una capacidad con la cual he podido atribuir ciertos actos a ciertas personas, pero con Anne es distinto. Después de actuar solícitamente, su actitud de indiferencia volvió a presentarse; como si ella nada hubiera aportado a los cambios que se produjeron en la casa; ni la actitud poco amable de la criada ni los comentarios de reproche que hizo la señora Allen por el retraso que sufriría el almuerzo, lograron que ella se afectara. Por mi parte, sentí la responsabilidad de cargar con la culpa de ambas; en consecuencia, me limité a guardar silencio y a mostrar la mayor deferencia que he podido hacia la dueña de la casa llamándola Mrs. Norris solo una o dos veces esta jornada.


1 comentario:

J.P. Alexander dijo...

Uy me gusto la anotación y me alegro de verte de nuevo